Tanto para nuestro negocio de impresiones como para nuestros propios libros o quizás la tesis y otros documentos importantes, dominar una buena técnica para el empastado es importante y en el siguiente post comparto como hacerlo, es sencillo cuando se adquiere la técnica, espero les sea de utilidad.
Desarmar un libro: Lo primero es ver el estado del libro. Como dicen en las librerías de viejo: “Encuadernación fatigada”. Aunque sólo sea por que el libro dure, merece la pena encuadernarlo.
Los útiles que vamos a utilizar son:
- Gasolina de mechero, no deja manchas en el papel. Ni se te ocurra utilizar gasolina de coche, deja el papel amarillo. Gasoil ni pensarlo.
- Rejón. Para estos menesteres es imprescindible, el cutter ‘corta’ demasiado.
- Plegadera de madera para arrugas rebeldes.
Primera operación: Despegar las tapas. Con cuidado, y ayudándonos de la gasolina, empezamos a despegar.
Echamos un poco de gasolina, esperamos 2 minutos o así, y pegamos un estirón suave. Si la pasta, u hoja, se resiste agregamos más gasolina y dejamos pasar más tiempo. Con encuadernaciones viejas (50, 100 años, la cola se va rápido). Con encuadernaciones más modernas se debe llevar cuidado pues se utilizan colas calientes y son más difíciles de disolver. En cualquier caso lo mejor es tener paciencia que esto es un hobby y no nos ganamos la vida con ello.
El estirón suave que debemos dar.
Y así debe quedar la tapa, despegada. Con la contratapa hacemos lo mismo. Las manchas son de gasolina y no deben preocupar, cuando sequen no se notan.
Ya están despegadas la tapa y contratapa (también se llaman ‘pastas’ debido a que en los primeros años de la encuadernación –incunables a parte- eran ‘pastas’, es decir cartón).
Nos centramos en las hojas.
En este caso es un libro de edición barata y está encuadernado en hoja suelta con un cosido a la “americana”. Este cosido lo inventaron las editoriales americanas con el fin de abaratar costes y es, simplemente, pegar todas las hojas en el lomo. Como se puede deducir, no es especialmente sólido pero aguanta algunas lecturas si está bien ejecutado (no en este el caso).
Aplicamos gasolina en el lomo y dejamos que haga su efecto.
Vamos partiendo el libro, siempre con la ayuda de la gasolina, en bloques de hojas más pequeños.
Como siempre: Aplicamos gasolina, esperamos unos minutos y separamos los mazos de hojas.
Aquí he separado dos mazos. Así deben quedar, sin que se rompa ningún trozo de hoja.
Pasito a pasito hemos ido haciendo mazos cada vez más pequeños. Al principio eran de unas 50 hojas, a la siguiente pasada cada mazo lo hemos dividido por dos y así sucesivamente.
Al final conseguimos tener todas las hojas sueltas. Abultan un montón (el triple, o más, del anterior grueso del libro) pero no nos preocupa, son los restos de cola de la editorial que abultan en el lomo.
Procedemos a limpiar los restos de cola. Hacemos una escalerilla con todas las hojas y, ayudándonos del rejón, vamos raspando los restos. De vez en cuando, damos la vuelta al libro y limpiamos la otra cara.
Puede ocurrir que alguna hoja, sobre todo la que va pegada con la tapa y la contratapa, presenten rastros de papel. En este caso, con la ayuda de gasolina, el rejón y paciencia, vamos limpiando los restos de papel y cola.
Así debe quedar el libro. Hojas por un lado y restos de cola por otro
A mi me gusta conservar las tapas originales, aunque sean una birria (como en este caso).
Para poder encuadernar las tapas junto a las hojas del libro debemos cortar portada y contraportada. El lomo, a no ser que sea una encuadernación antigua y de gran valor, se puede desechar.
Aquí aparecen las tapas cortadas. Date cuenta que las he cortado un poco (2, 3 mm) más pequeñas que las hojas.
Se hace así debido a que las tapas son más duras que las hojas y, para que pueda abrir después de la encuadernación el libro, debemos emplear unas escartivanas.
Cuando hagamos la encuadernación verás lo que son las escartivanas.
Estado final del libro antes de la encuadernación.
Encuadernación y cosido: Empezamos por pegar unas escartivanas a las portadas. Son unos trozos de papel que añadimos para dar a las tapas su anterior tamaño y ayudar a que doblen las tapas bien una vez dentro del libro. Se pegan con cola.
En la foto se pueden apreciar las escartivanas.
Procedemos a hacer el ‘cosido’ del libro.
Al ser de hoja suelta sólo admite dos tipos de cosido:
- A la americana: Se pega todo el lomo y se introducen cordeles en los cortes hechos al efecto.
- A ‘diente de perro’. Cosido dificultoso, sólo se utiliza en casos de legajos de gran valor. Para hacer este cosido se tomar unas 20 hojas y, con una aguja con punta e hilo de lino, se van taladrando a unos 2 mm del extremo y cosemos el mazo de hojas en zig-zag. Una vez terminado el primer mazo agregamos otras 20 hojas, taladramos estas nuevas y unas 6 o 7 del anterior mazo. Seguimos esta costura en zig-zag hasta acabar todas las hojas.
Preparamos el libro para coser a la americana:
- Cortamos dos papeles de periódico de igual tamaño que el libro.
- Tomamos dos cartones viejos
- Igualamos todo este tinglado ajustándolo a la cabeza del libro.
- Vamos a la prensilla de cortes, introducimos el conjunto, dejando que sobresalga unos 3 o 4 mm y apretamos con fuerza.
Empezamos a efectuar los cortes con el serrucho. Los cortes serán en perpendicular al lomo del libro, y con una inclinación de 45 grados, de 1 o 1,5 mm de profundidad.
En este caso he hecho 5 cortes ya que el libro es de pequeño tamaño.
En caso de libros más grandes se pueden efectuar tantos cortes como se quiera.
Acabados los cortes abrimos la prensilla y, con sumo cuidado, quitamos los cartones, elevamos el mazo de hojas hasta que sólo queden unos dos centímetros dentro de la prensa y volvemos a apretarla fuertemente.
Empezamos a pegar el lomo. Inclinamos las hojas del libro hacia un lado y damos una capa de cola. A continuación inclinamos el libro hacia el lado contrario y aplicamos una nueva capa de cola.
Cuando acabemos de dar la cola con sumo cuidado, no se vaya a caer o descolocar el libro, abrimos la prensilla y empujamos el libro hacia abajo hasta que sobresalgan unos 2 mm de lomo.
Como hemos hecho cinco cortes, cortamos cinco trozos de cordel de unos 15 centímetros de largo y los vamos introduciendo en los cortes. Es muy importante no girar los cordeles al introducirlos ya que la cola que arrastran hacia adentro debe llegar a tocar el fondo del corte. Si los giramos puede ser que el trozo de cordel que llegue al fondo esté sin brizna de cola y, obviamente, no pegará.
Para rematar la faena, nos ayudamos de una plegadera, un destornillador plano para introducirlos por el centro. Hay que procurar que no se manchen los cordeles de cola.
Extendemos la cola del lomo hasta que no se vean los cordeles introducidos.
Y dejamos secar la cola unas 2 horas. Al cabo de ese tiempo veremos que la cola se ha vuelto transparente y no mancha la mano.
Sacamos el libro de la prensa y presentará un aspecto parecido a esto
Vamos a preparar las ‘salvaguardas’ y las ‘guardas’. Las salvaguardas son unas hojas dobladas (una por pasta) que sirven como separación de las guardas al libro y aseguran el perfecto pegado del libro a las tapas. Las guardas son hojas de papel ‘vistoso’ que pegan el libro a las pastas.
Tomamos un papel de color parecido al papel del libro y un papel ‘bonito’ que haga juego con el acabado que vamos a dar a las pastas. En este caso voy a hacer unas pastas en color verde y el papel de guardas será un papel impreso de color verde pálido con dibujos.
Cortamos salvaguardas y guardas al tamaño del libro y hacemos un cuadernillo con una salvaguarda y una guarda, la salvaguarda siempre en el exterior.
Quitamos el papel de periódico y vamos pegando guardas y salvaguardas. Para ello tomamos primero las salvaguardas, hacemos una escalerilla con ellas y aplicamos cola.
Cogemos una de ellas y la pegamos al libro, separando un poco los cordeles para que no molesten.
Nos ayudamos de la plegadera de hueso para afirmar el pegado.
Pegamos la otra y procedemos a pegar las guardas. Damos cola igual que a las salvaguardas, y las pegamos en el interior de estas.
Al acabar, si tomamos el libro debemos ver:
- Una hoja de papel (salvaguarda).
- Una hoja de guarda
- Otra hoja de guarda
- Una hoja de papel (salvaguarda)
- Primera hoja del libro (portada de la edición original).
En la contraportada debemos ver lo mismo pero en sentido inverso. Primero la pasta de la anterior edición, salvaguarda, guarda, guarda y salvaguarda.
Después de los pegados cortamos los cordeles dejando unos 2 cm de cordel libre.
Vamos a pegar los cordeles a las salvaguardas. Primero procedemos a ‘risclar’ los cabos. Nos ayudamos de un trozo de metal con una hendidura, con el punzón vamos pasándolo de izquierda a derecha hasta deshilachar el cabo.
Cuando todos los cabos estén deshilachados los pegamos. Para ello utilizamos engrudo por ser más fino que la cola y pegar igual o mejor que esta. El engrudo es una solución de harina, almidón y agua. Se vende, al igual que la cola, en tiendas de material de encuadernación.
La forma de pegar es: Con la uña del dedo gordo apretamos los cabos al libro, con la plegadera de hueso tomamos una pequeña porción de engrudo y vamos dando engrudo al cabo dejándolo en forma de abanico para que no abulte.
Dejamos secar durante media hora hasta notar que los cabos no tienen humedad.
Ahora viene un dilema: Cortamos el libro o no cortamos. Si hemos ejecutado el cosido bien, no será necesario el corte (ya que las hojas están perfectamente igualadas) pero el libro puede presentar manchas y, algunas veces, desearemos quitarlas. Si nos decidimos a cortarlo debe ser en una guillotina – altamente recomendable y es relativamente fácil de encontrar – (en muchas tiendas de fotocopias hay una). Se puede utilizar el ‘ingenio’, un artilugio medieval que se sigue fabricando – yo tengo uno hecho por mí -.
Se ha de cortar lo mínimo indispensable para arreglar el libro.
La foto es un corte con guillotina. El orden de cortes es: Delantera, pie y cabeza.
Ahora vamos a ‘volver’ el libro, dar forma de media caña al lomo. Para ello cogemos un martillo (en este caso es uno especial para encuadernación, pero vale cualquiera de que tenga una superficie plana y sin cantos pronunciados).
Debemos ir golpeando el lomo y tirando de las hojas hasta dejar hecha la media caña. Adjunto unas fotos ya que es más difícil explicarlo que hacerlo.
Al final el libro debe presentar, visto desde arriba, este aspecto.
Pasamos a sacar los ‘cajos’ al libro. Para ello metemos el libro en la prensa de sacar cajos o en la de corte, cualquiera de las dos vale. Al hacer estas fotos en un taller de encuadernación he sacado los cajos en una prensa específica.
Dejamos una altura de cajo de 1 o 1,5 mm (depende del grosor del libro). El cajo va a ser el encargado de alojar las tapas del libro en su interior.
Tenemos metido el libro en la prensa y con un martillo vamos golpeando, del centro hacia los lados, la parte que sobresale hasta dejarla perpendicular al plano de la cabeza.
Cuando hemos acabado con un cajo hacemos el otro.
Al final el aspecto debe ser como el de la foto.
Sólo nos falta cortar unos cartones del mismo grosor que el cajo dejándolos unos 2 mm por cada lado más grandes que el libro.
En el lado contrario al lomo, los cartones, deben medir igual que el libro.
Preparación del lomo: Como os acordaréis tenemos el libro con los cajos hechos y los cartones para las tapas cortados.
Ahora es el momento de decidir si vamos a trabajar los cortes del libro o los vamos a dejar como están; esto es debido a que si ponemos cabezadas no nos es posible, o es muy dificultoso, pintar o dorar los cortes. Como ejemplo, estos libros tienen los cortes jaspeados y dorados.
e momento vamos a dejar los cortes sin ningún adorno o sólo dándoles un poco de cera o parafina para evitar que entre el polvo y los insectos entre las hojas.
Pasamos a preparar el lomo.
Lo primero es pegar las cabezadas.
Antiguamente, la cabezada era una parte fundamental del libro ya que ayudaban al mantenimiento del cosido y hacían que fuese más difícil romper la parte superior del libro al sacarlo de las estanterías. Eran cabezadas cosidas a la parte superior e inferior del libro (cortes de cabeza y pie en este lenguaje de encuadernación), normalmente, con hilo de lino grueso de color blanco. Actualmente los libros son mucho más pequeños (hoy en día no se hacen libros del tamaño de los que se ven en los fascistoles de los coros de las iglesias) y las cabezadas tienen como misión el adorno del libro.
En esta foto aparecen cabezadas industriales.
En la esta foto aparecen cabezadas en piel hechas por mí, el libro de la izquierda de foto son las “Poesies” de Verdaguer y la cabezada está a dos colores recordando la Senyera.
Vamos a utilizar una cabezada de tres colores que se encuentra en comercios.
Cortamos dos trozos un poco más largos que el lomo del libro y los pegamos, con plástico, dejando que se vea sólo la parte con color dejando toda la tela blanca pegada al libro, debemos repasar con la plegadera de hueso para asegurarnos que queden bien pegadas.
Las cabezadas se pegan en el corte de cabeza y el de pie.
Dejamos que tire la cola, aproximadamente unos 5 minutos, y preparamos la tarlatana que sujetará el lomo. La tarlatana es una tela de lino, bastante rígida, que se compra en establecimientos del ramo. Se puede sustituir por cualquier otra tela con la condición de que sea de algodón o de lino, en telas sintéticas (plástico o similares) la cola no pega.
Cortamos la tarlatana de forma que se superponga a la parte blanca de las cabezadas. El ancho será el grueso del libro más unos 4 o cinco dedos.
Damos cola al lomo del libro y pegamos la tarlatana, pasando la plegadera de hueso repetidas veces para asegurar el pegado.
Siguiente paso: Hacer el fuelle. Es fundamental para que el libro abra fácilmente.
El fuelle se hace con papel fuerte (kraft), es un papel de color marrón que se utiliza para bolsas (Ikea las hace con este papel) ya que es barato y fácil de trabajar.
Todo tipo de papel, tela, cartón, … tiene “hilo”. Las máquinas que hacen papel tienen un sentido de giro y las fibras que componen el papel se alinean en el sentido de giro de la máquina, por eso cuando vamos a romper un papel se debe hacer más fuerza para rasgarlo en un sentido que en el otro. Es importante que sepamos localizar el hilo, para ello tomamos el pliego de papel e intentamos doblarlo, verás que cuesta más en un sentido que en el otro: El hilo lo tiene en el sentido que cuesta más. En el papel kraft es muy sencillo localizar el hilo: A simple vista se observan unas líneas de color más oscuro, ésta es la dirección del hilo.
Sigamos con el fuelle. Tomamos un trozo de papel kraft y sacamos una escuadra.
Marcamos donde está la escuadra y cortamos el papel un poco más pequeño (5 o 6 mm) que el largo de la tarlatana que usamos anteriormente.
Damos cola al lomo, ponemos el libro en horizontal y empezamos a pegar el papel kraft a unos dos milímetros del borde del lomo.
Repasamos con la plegadera de hueso apretando fuertemente, volteamos el libro y repasamos el borde del cajo.
Doblamos el papel y lo pegamos en los dos milímetros de lomo que quedaron al aire y con cola dada.
Repasamos bien el pegado con la plegadera, doblamos el papel de nuevo y cortamos el sobrante con el cutter.
El lomo ha quedado hecho. Sólo falta dejarlo secar. Tomamos dos cartones viejos y los ponemos en el lugar de las tapas, dejamos el libro en un sitio plano y echamos peso encima (un par de tomos de cualquier enciclopedia) para asegurar que al secar la cola no deforme el libro.
Es bueno tener siempre a mano una tabla para asegurar que el libro seque plano, y la pondremos entre el libro y el peso. Nos olvidamos del libro durante 1 hora o así, en la que se habrá secado.
Las tapas
Pasamos a confeccionar las pastas. He escogido una forma sencilla: Holandesa con puntas. En la foto, de izquierda a derecha, aparecen: Holandesa con puntas, holandesa con puntas escondidas o francesa, libro en tela entero y holandesa con franja (Los puristas cuando hablan de «Holandesa» se refieren a una encuadernación en piel, cuando la encuadernación es en tela o guaflex la llaman cartoné. La encuadernación en holandesa nació con el fin de abaratar las encuadernaciones ya que utiliza menos piel y trozos más pequeños que la piel entera. Posteriormente se empezó a utilizar con tela. En nuestro caso vamos a utilizar tela de encuadernación que es una tela pegada a papel que evita que se manche la tela al dar cola. Se puede utilizar cualquier tela pero se debe procurar que tenga algo de apresto para que la humedad de la cola no traspase la tela y la manche, no obstante es mejor pegarla a un papel fino con engrudo antes de usarla para encuadernar.
Tomamos el libro una vez seco y medimos su ancho en el lomo con la ayuda de un papel, haciendo una marca en cada borde del cajo (resulta curioso que en una artesanía tan precisa como esta no se utilice casi nunca una regla para medir).
Tomamos una estracilla (cartón muy fino o una cartulina fuerte) y cortamos un trozo del ancho que hemos tomado al libro y del largo de los cartones que vamos a utilizar en las pastas. Siempre se ha de cortar la estracilla o cartulina a hilo paralelo al lomo.
Observa que he hecho una marca donde está la escuadra de la estracilla. Marcamos a un lado y a otro el ancho del libro y cortamos. El largo de la estracilla deberá ser, obviamente, igual que el largo de las tapas.
El trozo de tela a utilizar será de unos cuatro centímetros más largo que el alto del libro y de unos 10 centímetros más ancho que el lomo .
Marcamos el centro de la tela, centramos la estracilla y marcamos con un lápiz donde van a ir pegadas las tapas. Las tapas se separarán unos 7 mm a cada lado del lomo.
Presta atención a la escuadra que pongo arriba, es para que queden alineadas las tapas y el lomo.
Damos cola a la tela y pegamos tapas y lomo en las marcas que anteriormente habíamos hecho.
Doblamos la tela sobre los cartones y pasamos la plegadera de hueso repetidas veces para asegurar que pegue bien.
Ahora vamos a hacer las puntas. Para ello cortamos dos cuadrados de tela de unos 5 cm de lado (depende del tamaño del libro) y los cortamos en diagonal.
Con uno de triángulos que hemos obtenido, promediamos con las tapas.
Y marcamos una línea a igual distancia del cartón como el grosor de éste, siempre a ojímetro, que luego iremos poniendo todo en orden. Cortamos las cuatro puntas.
Damos cola a una de ellas y empezamos a pegar.
Doblamos primero la pestaña de cabeza, o pie en caso, y apretamos bien. Con la uña ceñimos la esquina y doblamos la pestaña restante. Quedará como muestra la segunda foto.
Con la plegadera repasaremos todas las esquinas y daremos algunos golpecitos donde montan las pestañas. Puntas acabadas.
Con el compás hallamos la mitad justa del libro mediante aproximaciones sucesivas y trazamos una raya entre los puntos.
Medimos con el compás la distancia desde el comienzo de la tapa has unos 2 o 3 mm del final de la tela de la parte más pequeña, así nos sobrará tela en las restantes partes y siempre cubriremos toda la tela, y con las puntas marcamos los cuatro puntos que definen hasta donde vamos a cubrir (los puntos son en tapa y contratapa, dos en el corte de cabeza y dos en el corte de pie).
Tomamos un papel y lo alineamos con los puntos dejando sobresalir del orden de 2 cm por los bordes de las tapas.
Cortamos el papel con tijeras o cutter y lo doblamos por la mitad. Con una esquina, y alineando el centro del papel doblado al centro de una tapa, vamos descubriendo poco a poco hasta que el tamaño de la punta nos parezca adecuado.
Doblamos el papel por el centro e igualamos la punta sin doblar con la ya doblada.
Desplegamos el papel por el centro, lo ponemos encima de los papeles que cubrirán la tapa y cortamos. Obteniendo lo que vemos en la segunda foto.
Sólo nos queda dar cola a cada papel y pegarlo a la tapa, desde los puntos que habíamos marcado con el compás anteriormente y lo promediamos con las puntas para que queden iguales.
Después de pegar los dos papeles quedará la tapa hecha.
Acabado final (Meter en tapas) Lo primero es dar forma curvada a la estracilla que formará el lomo del libro. Tomamos las tapas y vamos pasando la estracilla por el borde de la mesa.
El lomo ha de quedar como se muestra en la foto
Pasamos a dar cola al lomo. La cola estará espesa. Preparamos las tapas, alineamos el lomo a la estracilla y promediamos, a simple vista, el libro en las tapas, teniendo especial cuidado en que quede la misma distancia desde el bloque de hojas al corte de cabeza y al corte de pie.
Cerramos las tapas y apretamos fuertemente el lomo contra la estracilla.
Con la plegadera de madera marcamos el surco que separa el lomo de los planos de portada y contraportada.
Apretamos firmemente la plegadera.
Tomamos un papel sin tinta (importante), protegemos el lomo y pasamos la plegadera de hueso, apretando fuertemente, a lo largo del lomo repetidas veces.
Hemos acabado de meter en tapas el libro. De momento dejamos el libro con un peso hasta que seque, tardará como 30 minutos ya que la cola que hemos dado es espesa.
Es importante colocar el libro entre maderas dejando que asome el lomo.
Ponemos peso encima es para que no se deforme el libro al secar la cola.
Sólo queda pegar las guardas.
Rasgamos las salvaguardas dejándolas un poco más largas que la tarlatana. Es mejor rasgar que cortar con tijeras o cutter, el rasgado no hace el típico escalón que deja un corte limpio con tijeras.
Cortamos la salvaguarda y la tarlatana a 45 grados en los cortes de cabeza y pie.
Ahora vamos a pegar las guardas. Necesitamos engrudo, acetato (de ese de las carpetillas), papel de periódico y unas cartulinas.
Antes de pegar hemos de cortar la guarda como 1 mm debido a que al dar el engrudo en el papel éste dilatará en el sentido contrario al hilo.
Para separar la guarda suelo poner una chapa de aluminio pero vale un cartón algo grueso, el caso es cortar sólo la guarda que quedará pegada a la tapa.
Ponemos el plástico entre los papeles de guardas y un papel de periódico encima de éste.
Empezamos a dar engrudo por toda la guarda, el resto de la guarra y la tarlatana.
El engrudo lo estiraremos bien, sin dejar grumos.
Retiramos el papel de periódico y bajamos la tapa que quedará pegada a la guarda.
Como se puede ver, el papel de la guarda se curvará, es preciso tener cuidado para que no se doble.
Sólo resta poner algunas cartulinas (2 o 3) entre el plástico y el libro, y echarle peso encima (cuanto más mejor, aunque lo ideal es darle un apretón con una prensa de satinar) y dejarlo secar 24 horas.
Acabado final del libro: Interior y exterior
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